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Victoria López
Juan Manuel Jiménez
Ana Isabel Subirá

lunes, 28 de octubre de 2013

IKEA parte 1: El independentismo de la colectividad unipersonal

Empieza algo nuevo. Haz. Crea. A veces puede resultar beneficioso el individualismo; encontrarse a uno mismo. Pero el pulso de la sociedad es que cada vez es menos social y más unipersonal. Somos como pequeños focos de un incendio muy separados y sin la ayuda del viento. Posible indignarnos; imposible arder.
La perversión de la publicidad en el mundo que nos rodea es obvia. De hecho el mundo que nos rodea es publicidad. Y el mundo que nos rodea es perverso. Por tanto parece que la perversión es el factor común. "Vive más tu casa", "Tu revolución empieza en casa", "Bienvenido a la República independiente de tu casa". Casa, tú, casa tú, casa, tú. Unidad y aislamiento. Vive, revolución, República.

En los siguientes anuncios, Ikea, una firma de “relleno de interiores” nos ofrece soluciones muy creativas, novedosas, innovadoras... Sucede lo mismo, en definitiva, que con las redes sociales: o lo tienes, o no eres. Cada uno de los planos que nos ofrecen en los anuncios son de grandes edificios tipo panal de abeja. En el conjunto de la ciudad somos una mota insignificante. Pero dentro de nuestras casas podemos ser los dueños, los amos y señores. Estamos creando la República Independiente de Nuestra Casa. Un lugar casi unipersonal, donde tengamos nuestro espacio único y sin nadie. Donde podamos alejarnos de toda realidad. Vivir, revolucionarse y crear una república son tres cosas que son imposibles de hacer en solitario (a menos que seas Hércules y estés fundando Pompeya...). Paradójico, ¿no?

Dentro de nuestra República podemos hacer lo que creamos correcto e, incluso, lo que creamos incorrecto. "La felicidad viene de dentro de casa", que fue otro de los eslóganes publicitarios elegido en uno de sus anuncios. Realmente lo que hemos construido ha sido el mundo que nos gustaría. Ese entorno del que desearíamos disfrutar cada mañana al despertar. El buen humor, la alegría, el colorido. La música y la diversión aunque vayamos a hacer algo que no nos gusta.

Estos valores con los que contamos las personas son buenos sacarlos fuera y compartirlos con los demás. El hombre se ha organizado en ciudades, comunidades y asentamientos desde los albores de la civilización. ¿Por qué negar la mayor? ¿Por qué buscar un individualismo del cual siempre hemos querido huir? La falta del sentido de la colectividad que ha ido generando la sociedad de la publicidad y el consumo se hace patente.

Todo esto nos lleva a declarar el deseo de independentismo personal al que nos queremos someter cuando las cosas van mal. La culpa siempre es de otro, y si me meto en mi burbuja, si me protejo de lo que hay ahí fuera, seré feliz. No me importa si llueve, nieva o ventea; si hay guerras o si no hay trabajo; si los niños se mueren de hambre, si mi vecino tiene problemas emocionales, o si desahucian a esa familia de enfrente. Lo importante es que yo soy capaz de creerme una felicidad que me transmite la sociedad material de cachivaches decorativos que en ella habitan. Objetos que un día fueron diseñados en esa Europa norteña, escandinava, que tan productiva es y tan avanzada está y que hacen que yo me pueda sentir como ellos. ¿Reside en la decoración de una vivienda la felicidad?¿Puede nuestra "burbuja" aislarnos de los problemas reales? Cuando adquirimos una vivienda, ¿lo hacemos pensando en el deseo de aislarnos o colectivizarnos? Y por último, ¿es la arquitectura la que ha ido creando espacios cada día más individualistas? O por el contrario, ¿es la arquitectura la que ha ido adaptándose a los deseos sociales? Es más, ¿la sociedad decide independizarse o colectivizarse por sí misma?

Habrá segunda parte...

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